Sterlyn García Aquino, tiene ocho años. Cursa la primaria en Cometas de Esperanza y por las tardes asiste a danza folklórica en el centro Mauro Lorenzo del barrio Santa Lucía, al Oeste de la ciudad de Santiago de los Caballeros.
La niña reside a pocos pasos de la calle 50, donde el peso contaminante de una cañada, arrastró el “puente” rudimentario, construido por la comunidad para que niños, niñas y trabajadores de zona franca “del otro lado”, pudieran ir a la escuela y a sus trabajos, cuando el surco de aguas residuales y basura crecía y rugía en tiempos de lluvia.
Sterlyn sueña en grande. Aspira ser la “Súper directora” de Cometas de Esperanza. Su rostro no refleja el peligro cotidiano del entorno. Su casa es una de las 64 viviendas ubicadas en el perímetro más vulnerable de la cañada. Un poco de lluvia es un desvelo para ella y todas las familias. Además, su abuela, está a cargo de tres personas envejecientes y con discapacidad motora que ante cualquier emergencia, tendrían escasas fuerzas y formas para correr.