Por el enviado especial de RFI en la Franja de Gaza, Sami Boukhelifa.
La obra de las bombas israelíes es apocalíptica, como un terremoto y un ciclón combinados, para borrar a Jabaliya del mapa. Los edificios fueron aplastados, los caminos borrados. En el suelo, se ven amplios surcos de tierra batida más o menos profundos. Los pies se hunden en verdaderas trincheras, cavadas por el paso repetido de los tanques y excavadoras israelíes que aran la ciudad. Algunos edificios siguen en pie, medio carbonizados, sin ventanas, con fachadas parcialmente destruidas. En algunos balcones, la ropa todavía se está secando, abandonada por los habitantes en la prisa de su huida.
UN SITIO DENTRO DEL SITIO
Jabaliya está irreconocible. La ciudad era el hogar de unos 200.000 habitantes de Gaza antes de la guerra. Ya no queda rastro de vida: sólo unos pocos perros deambulan entre los escombros. El ejército del Estado hebreo está llevando a cabo su tercera ofensiva en esta zona del norte del enclave palestino, desde el inicio de la guerra iniciada el 7 de octubre de 2023, tras el ataque de Hamás en Israel que mató a casi 1.200 personas. Y desde principios de octubre de 2024, ha impuesto un verdadero sitio dentro del sitio que está sufriendo toda la Franja de Gaza, al ordenar a la población civil de Jabaliya y del campo de refugiados adyacente que evacuen hacia las ciudades situadas más al sur, e impedir la entrada de ayuda humanitaria.
El rugido de los drones que sobrevuelan la zona resuena continuamente. La ofensiva continúa con disparos esporádicos, a veces hay ráfagas y explosiones. Omer, comandante de una compañía de infantería, lucha allí desde hace tres meses con sus soldados, e insiste en la importancia de su misión: «Cuando entramos a principios de octubre, cada vez que entrábamos en un edificio, encontrábamos armas: cohetes RPG, morteros, minas antipersona o explosivos C4. Así que sí, era necesario destruirlo todo», afirma el joven comandante.
Señala un edificio, casi completamente destruido, y lo describe como un «escondite del arsenal militar de Hamás» en el corazón de la principal ciudad al norte del enclave. Ante la magnitud de la destrucción y el estado de desolación en el que se encuentra Jabaliya, Omer subraya que «todo lo que se está haciendo aquí es sólo para proteger a los israelíes y traer de vuelta a los rehenes». Promete que «luchará hasta el final […] Todos los israelíes conocen a alguien detenido en Gaza, en los túneles: es un holocausto. Así que no nos detendremos hasta que traigamos a todos los rehenes a casa», concluye.
«CUESTIONES MORALES»
Si bien la mayoría de los soldados israelíes están en esta línea, cada vez se escuchan más voces disidentes. Más de un año después del inicio de esta guerra y de la muerte de más de 46.000 gazatíes, los reservistas que sirvieron en Gaza ahora se niegan a volver. El pasado mes de octubre, unos 150 de ellos firmaron una carta abierta dirigida al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la que hacían pública su negativa a seguir luchando. Ya no quieren participar en una guerra «de pura venganza» y exigen un «alto el fuego para traer de vuelta a los rehenes».